El día se torno gris y pesado, y el silencio invadió mi habitación. Los cielos y las nubes parecían conocer la noticia de la tristeza que había venido a instalarse en mi casa ese 1º de mayo.
-¡Yo que lo hubiera dado todo por ti! – Dije como pude cuando vi que mis palabras se ahogaban en mis lágrimas. Tuve la sensación de amar sin ser amada, de darlo todo, mi tiempo y mi alegría, a alguien que no lo apreciaba. Por primera vez me sentí sola en tus brazos. La sangre parecía haberse parado, como si hubiera perdido el rumbo que recorren desde hace 26 años. Como si el corazón se hubiera esfumado sin dejar rastro.